El tímpano de San Vicente de Añes

Solamente cinco tímpanos románicos se conservan en Álava. Dos de ellos en la Colegiata de San Prudencio de Armentia, colocados en el pórtico, uno encima del otro.

El tercero, que perteneció a la iglesia de San Vicente de Zambrana, se halla reubicado junto a la entrada de la actual parroquia de Santa Lucía con sus figuras picadas.
Del cuarto, procedente al parecer de algún templo de Labastida, apenas subsisten algunos fragmentos colocados en el claustro del Museo de San Telmo en San Sebastián.

Y el último es el que se conserva en la antigua puerta principal de acceso a la iglesia de San Vicente de Añes, en el municipio de Ayala.

Y si abarcamos también la cercana Bizkaia, únicamente aparecería uno más, el de Santurtzi, alojado hoy en el Museo de Arte Sacro de Bilbao.

Micaela Portilla, en el tomo dedicado a Aiala del Catálogo Monumental de la Diócesis de Vitoria en el año 1998, ya destacaba la importancia que, desde la Alta Edad Media, tuvo para Añes su ubicación junto a un antiguo camino de arriería que comunicaba con el norte de Burgos a través de las estribaciones de la peña de Angulo y se dirigía por Gordexola para unirse al que llegaba desde Balmaseda y seguía a buscar la costa en Portugalete. Camino que tuvo gran actividad comercial hasta que el tráfico se desvió completamente hacia la nueva ruta que las instituciones vizcaínas abrieron en el siglo XVIII a través del puerto de Orduña.
Hay una iglesia documentada en Añes ya en el año 864. Pero la iglesia románica a la que pertenecía la portada debió consagrarse entre 1128 y 1130, según constaba en una nota que figuraba en el desaparecido segundo libro de fábrica de la parroquia y que Micaela Portilla llegó a ver. En la nota que transcribe se indica que en 1766 se deshizo el altar mayor para levantar la espadaña y se encontró un pergamino en el que se indicaba que la iglesia fue consagrada por Sancho, Obispo de Calahorra, en la era 1166.
En la remodelación del siglo XVIII, entre otras obras, el acceso al templo se trasladó desde los pies hasta la cabecera para posibilitar la construcción de la sacristía adosada a la fachada occidental. De este modo la antigua portada quedó oculta dentro de esta nueva dependencia y su memoria se fue perdiendo. Los únicos restos románicos que subsistían a la vista era una hilera de canecillos lisos, con bolas o con rollos en las fachadas norte y sur.
Fueron los trabajos para elaborar las fichas que compondrían el Catálogo Monumental de la Diócesis llevados a cabo por Micaela Portilla los que propiciaron la aparición de una portada románica el 13 de julio de 1982.
La portada consta de dos arquivoltas. En la más interior aparecen cinco figuras de ángeles reducidos a las cabezas, a unos pequeños brazos que se unen ante sus pechos y a un par de alas, estas onduladas y marcadas con líneas paralelas. La segunda arquivolta está adornada con veintiún flores de cinco pétalos en relieve, con los nervios centrales muy marcados, encuadradas en marcos rectangulares. Sobre todo ello va un sobrearco del que se conservan dos tramos laterales que presentan a cada lado cuatro flores similares pero esta vez incisas.

El conjunto del arco se apea sobre dos impostas, una a cada lado. La de la izquierda se adorna con cinco grandes flores similares a las anteriores pero de ocho pétalos. La de la derecha con tallos entrelazados que forman roleos.


Sobre el conjunto de la portada hay cuatro flores incisas más, estas con botón central y labra más pronunciada que se disponen separadas por bloques de piedra sin labrar.
Pero lo que más llama la atención de esta pieza es, precisamente, la elección del tema representado en el tímpano: el Pecado Original. Las puertas en los edificios románicos son el límite entre lo sagrado y lo profano, entre el mundo dominado por el pecado y el lugar donde se busca el perdón y la redención. Por ello, los elementos decorativos que la adornan suelen buscar un relato relacionado con la historia de la Salvación. A menudo podemos ver figuras de santos, historias del Antiguo Testamento o animales fantásticos decorando capiteles y arquivoltas. Pero el tímpano es el elemento central de la portada, el más destacado. Y casi siempre se recurre a mostrar escenas que resaltan la gloria de Dios o de los santos.
Marta Poza Yagüe para su trabajo sobre las portadas románicas de Castilla y León ha localizado cuarenta tímpanos historiados o figurados, además de otros cinco sin decoración que debieron estar pintados. De ellos solamente el tímpano del Cordero de San Isidoro de León contiene una historia sacada del Antiguo Testamento y otros seis tienen motivos arquitectónicos y vegetales. Todos los demás recurren a símbolos cristológicos, a escenas del Nuevo Testamento como la Epifanía o ciclos de Pascua, a visiones del Apocalipsis y del Juicio Final, o a ciclos marianos y hagiográficos.
También son así los tímpanos alaveses. Hay un Crismón portado por ángeles y un Cordero en uno de los de Armentia y otro Crismón en el de Santurtzi. El segundo de Armentia presenta la Ascensión de Cristo entre sus Apóstoles con la Jerusalén Celestial detrás de ellos. Y el de Zambrana una Virgen con el Niño dentro de una mandorla sostenida por dos ángeles y unos leones.
Sin embargo en Añes se ha escogido el momento del Pecado Original que dio origen a la condena de la humanidad y, por lo tanto, dio comienzo a la historia de la Salvación. Dice el Génesis 2, 15-17: “Tomó, pues, Yahveh-Dios al hombre y lo instaló en el jardín de Edén para que lo cultivara y guardara. Y Yahveh-Dios dio al hombre este mandato: De todo árbol del jardín podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, pues el día en que de él comieres, morirás sin remedio”.
Pero la serpiente tentó a Eva diciéndole que comiendo de aquel fruto se abrirían sus ojos y llegarían a ser como dioses. El tímpano de Añes escenifica el momento que relata el Génesis 3, 6-7: “Vio la mujer que el árbol tenía frutos sabrosos y que era seductor a la vista y codiciable para conseguir sabiduría; tomó de sus frutos y comió, y dio también a su marido, que estaba con ella, y que igualmente comió de él. Se abrieron entonces los ojos de ambos y, al darse cuenta de que estaban desnudos, cosieron hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores”.

Como es muy habitual en los tímpanos, se ha aprovechado su forma para esculpir una escena simétrica: El árbol con la serpiente en la parte central separa las figuras de Adán y de Eva en cada uno de los costados.
Es un tronco muy recto que se apoya sobre dos círculos que le hacen parecer una columna y se remata con dos hojas en la parte superior. Tres pares de ramas surgen de unos nudos tallados. Unidos a estas por medio de dos anillos penden seis gruesos frutos esféricos. En el tronco se enrosca la serpiente que, apoyándose también en una de las ramas, alarga su cabeza triangular para entregar uno de los frutos a Eva.
Eva tiende la mano para recoger el fruto. Está desnuda, como indican sus pechos claramente formados, pero ya es consciente de esa desnudez e intenta cubrir su sexo con las hojas de la higuera.
También intenta cubrirse Adán, al otro lado del árbol, mientras se lleva la mano a la garganta para ayudar a tragar el bocado, ya que comprende que está desobedeciendo el mandato divino.
Quizás la figura más expresiva sea la de la serpiente, que se enrosca sensualmente en el Arbol de la Ciencia y cuya boca a medio abrir da expresión al conjunto de la cabeza. En cambio, las figuras de los Primeros Padres son muy esquemáticas, con cabezas demasiado grandes para el cuerpo y con un pelo que semeja un casco, narices muy cuadradas y ojos grandes pero inexpresivos. Parecen dos muñecos con brazos desproporcionadamente grandes para el tamaño del cuerpo. Es el lenguaje corporal de los brazos el que da relieve a la escena y expresa el sentimiento de culpa y la conciencia de la desnudez de los protagonistas y del pecado cometido.

Se aprecia cierto contraste entre la forma de resolver la decoración seriada hecha a base de flores e incluso de la figura de la serpiente frente al modo simple y algo tosco con que se representa la figura humana.
El tímpano de Añes es uno de los elementos románicos situados más al Norte del País Vasco. No hay nada en él que recuerde a la ornamentación que desde finales del siglo XII se extiende desde Estíbaliz por todo Alava y norte de Burgos ni a la que decora los ventanales de las iglesias de Kuartango y Urkabustaiz en el XIII. Los autores que se han ocupado del tímpano están de acuerdo en datarlo en torno a mediados del siglo XII. Se basan para ello en la temprana fecha de consagración de la iglesia propuesta por Micaela Portilla (1128-1130), en el primitivismo de las figuras, en el hecho de que los restos más antiguos del románico alavés se encuentran en zonas de acceso complicado pero surcadas por caminos primitivos y en su relación con un grupo de ejemplares escultóricos que se encuentran en un entorno cercano y comparten algunos características, todos ellos fechados en la segunda mitad del siglo XII.
Entre ellos hay varias representaciones del Pecado Original con grandes similitudes con respecto al tímpano de Añes.
La superficie de un capitel se presta a disponer la escena de un modo similar al de un tímpano y aún a añadir más personajes y decoración. Tanto el del primer arco de la nave izquierda de la Colegiata de Santillana del Mar como en otro del interior de Santa María de Siones presentan pequeñas figuras con grandes cabezas en las mismas posturas que en Añes, el Arbol de la Ciencia del que penden frutos esféricos y la serpiente en posiciones semejantes.
Imágenes tomadas de la página web de la Enciclopedia del Románico de Cantabria
También presenta las mismas características la escena que se dispone a lo largo del arco de una ventana trasladada al presbiterio de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de La Cerca.
Algo diferentes por ocupar otro tipo de marcos, aunque compartiendo estilo, son el relieve que se ha trasladado al pórtico de la iglesia de Nuestra Señora la Antigua de Butrera, bastante desgastado, y el de una arquivolta de la portada oeste de San Lorenzo de Vallejo de Mena.
En otros lugares cercanos se aprecian formas de trabajar parecidas aunque el tema sea distinto: En el tímpano de la iglesia de San Pelayo de Ayega, de difícil interpretación, en el de la iglesia de El Vigo, con temas de la Pasión, o en los extraños animales (o tal vez ángeles) del de San Pedro de Bortedo.

En resumen, el tímpano de San Vicente de Añes se relaciona con otros ejemplares románicos de la zona norte burgalesa y de Cantabria. En ellos trabajaron cuadrillas capaces de tratar cualquier tema de los que habitualmente decoraban las iglesias románicas pero con ciertas limitaciones a la hora de representar la figura humana. Hacen formas desproporcionadas, con cuerpos pequeños y cabezas grandes. Les cuesta darles movimiento y recurren a las posturas para expresar emociones. Pero acaban consiguiendo obras expresivas en su ingenuidad.
Bibliografía
López de Ocáriz, José Javier: Pays Basque Roman. Alava, Biscaye, Guipúzcoa. Colección La nuit des temps, nº 87. Ed. Zodiaque, la-Pierre-qui-vire. 1997. Págs. 42-43
Portilla Vitoria, Micaela J. et al: Catálogo Monumental de la Diócesis de Vitoria. Tomo VI. Vertientes cantábricas del Noroeste alavés. La ciudad de Orduña y sus aldeas. Publicaciones del Obispado de Vitoria y de la Obra Cultural de la Caja de Ahorros de Vitoria-Gazteizko Kutxa. Vitoria, 1988. Especialmente el artículo dedicado a la parroquia de San Vicente de Añes, páginas 248-256.
Poza Yagüe, Marta: Portadas románicas de Castilla y León. Formas, imágenes y significados. Ed. Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico. Aguilar de Campoo, 2016.
VVAA: Enciclopedia del Románico. Euskadi. País Vasco. Ed. Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico. Aguilar de Campoo, 2011. Voz Añes, págs. 283-287.
Felipe Pozuelo Rodríguez