Códices Reina Sancha

Los códices de la reina Sancha (1037-1067). Ecos cluniacenses en un paradigma de matronazgo librario

Pilar Recio Bazal
Universidad Complutense de Madrid

No se sabe a ciencia cierta la fecha del nacimiento de la reina Sancha. Se estima que fue sobre el año 1018. Perteneció a la dinastía astur-leonesa en su condición de hija del rey Alfonso V de León y de la reina Elvira Menéndez. En 1032 contrajo nupcias con Fernando I, Conde de Castilla, hijo del rey navarro Sancho Garcés III de Pamplona. A la muerte de Bermudo III, hermano de Sancha, esta heredó los derechos al trono como hija de Alfonso V de León, pero no pudo reinar con plenos derechos por su condición de mujer, siendo reina consorte en 1033 cuando su marido Fernando fue ungido rey de León. Su fallecimiento está certificado en el año 1067.

La reina Sancha compaginó su interés por el arte y la política, pero su figura es señera en el matronazgo librario europeo medieval, siendo excepcional que una mujer, no perteneciente a orden religiosa, tuviera tan prolífica producción libraria.

Sancha no entendió los libros sólo como vehículo de contenidos, sino también como artefactos bellos y suntuarios pues mandó confeccionarlos con materiales muy valiosos.

(Crédito de la imagen: Wikipedia)

La influencia de Cluny es muy notable pues sabemos que Fernando I y Sancha establecen, sobre el año 1050, un donativo anual de mil piezas de oro a la abadía borgoñona para construir su nueva sede. Una fecha paradigmática es el año 1063, cuando Fernando I y la reina Sancha impulsaron la traslatio de las reliquias, en principio de Santa Justa, pero finalmente de San Isidoro de Sevilla, padre de la Iglesia Visigótica, desde la capital hispalense hasta León. Todo esto facilita que a mediados del siglo XI el rito hispánico visigodo comenzara a ser suplantado por el rito romano a través de monjes cluniacenses bajo la regla de San Benito, adalides de las tesis reformistas de los papas Urbano II y Gregorio VII.

Cluny
Abadía de Cluny III (1088-1130). Cluny I (927), Cluny II (981). Crédito: Wikipedia

Han llegado a nuestros días cuatro códices donde no hay duda alguna de la autoría de la reina Sancha. Esta autoría está claramente establecida en su condición de me fecit como comitente, según el criterio de Therese Martin (2012), pues fue la responsable de la autoría intelectual, y es posible que participara también en el diseño. Sin duda, la reina Sancha fue pionera en el matronazgo librario.

La ponente, Pilar Recio Barzal, significó y reivindicó que la reina Sancha compaginó su interés por el arte y la política, pero también su lugar como figura señera y pionera en el matronazgo librario europeo medieval pese a estar injustamente infravalorada frente a otras autoras más conocidas como la condesa Judith de Flandes (1033-1094) o la condesa Matilde de Canossa (1046-1114).

De izquierda a derecha. Códice de la reina Sancha, de la condesa Judith de Flandes y de la condesa Matilde Cannosa

Refiere la ponente que la historiografía ha señalado a Fernando I como un rey aperturista, seguidor de las corrientes procedentes de la abadía de Cluny en sus expresiones religiosas y artísticas. Por el contrario, Sancha ha sido etiquetada como conservadora, probablemente porque ella sí procedía de linaje real, el reino asturiano, aislado y conservador, e incluso se ha escrito que fue la cabeza visible de un movimiento de resistencia a los nuevos tiempos europeístas.

Fernando I de León

En referencia al contendio codicológico, de los cuatro manuscritos que se conservan dos son litúrgicos, uno teológico y otro de contenido totalmente laico.

El Beato del rey Fernando I y la reina Sancha parece ser el primero de los códices que comisionaron en pareja, pero pese a su magnífico ornato y contendio no será tratado en esta conferencia sobre Cluny.

El primero de los códices litúrgicos que atribuimos al matronazgo de la reina Sancha es el denominado Diurnal de Fernando I y Sancha, que es, junto con el Beato, el códice que mayor atención historiográfica ha recibido.

Actualmente se conserva en Santiago de Compostela

En todos estos códices hay elementos paratextuales que no forman parte del contenido textual del códice (es lo que ahora llamaríamos metadatos) que hacen referencia a las circunstancias en las que fueron escritos. Así, en el folio 208 se menciona la autoría intelectual (me fecit) de la reina Sancha y que fue copiado por Petrus, iluminado por Fructuoso y finalizad el año de 1055.

Además, este manuscrito siempre se ha interpretado como un regalo que la reina Sancha encargó para su esposo Fernando I con dos propósitos, uno de regalo de un objeto valioso con fines devocionales y otro, no menos importante, como acto simbólico para reconocer ante los suyos la autoridad de su esposo que no dejaba de ser un rey extranjero.

Este libro se ha valorado como un nuevo referente estético románico en la corte leonesa, pero no tuvo continuidad.

En este códice se combinan la tradición litúrgica peninsular y el nuevo rito romano sin aparente contradicción. En él se mezclan santos de tradción peninsular como San Millán con otros procedentes de Cluny como San Saturnino o San Martín de Tours. Además, el salterio alterna también tradiciones mozárabes y europeas con su correlato iconográfico. Un ejemplo es una B que ocupa todo el folio.

En el salmo «Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía…» es otro ejemplo de cómo el iluminador emplea las palabras del salmo haciendo de la imagen una traducción visual del texto.

Otro aspecto interesante de este códice es que consta de un prefacio con representación de personas en distintas posiciones que, a criterio del profesor Castiñeiras, indicaban qué posturas se debían adoptar en la liturgia de los salmos.

El Liber Canticorum et Horarum fue comisionado por la reina Sancha y copiado por Christophorus, finalizándose el 16 de mayo de 1059. Este códice fue encargado por la reina para sus oraciones personales, siendo menos suntuoso que el de su marido.

No hay una mención expresa a la comitente, pero en la letra D se puede leer sobre fondo verde Sancha Regina, por lo que no cabe duda alguna de su autoría.

En este libro, además de los salmos y los cánticos, en sus últimos once folios, se copiaron tres textos muy breves: una oración a la Santa Trinidad, la confesión de la reina Sancha y unas letanías.

La polémica ha acompañado a este códice, no solo porque hacía referencia a monasterios de la orden de Cluny, ajena a la tradición local, también porque originalmente estaba escrito en masculino y en cierto momento se feminizó y por eso está lleno de tachones.

Y no sólo eso, junto al nombre de la reina aparece el nombre de Urraca, siendo para algunos expertos motivo para datar este códice a fechas posteriores de mayor relación con la abadía de Cluny.

El estudio paleografico respecto a la presencia del nombre de Urraca sobrescrito, se explica porque el paso de libros en el seno familiar y de mujer a mujer era una costumbre establecida en esos tiempos y Urraca fue la primogénita de la reina Sancha y del rey Fernando I, sobrescribiéndose posteriormente este nombre, coincidiendo con la opinión de la conferenciante.

Es interesante mencionar que en este códice se señala que hay una referencia a la oración prima, propia de las costumbres de la abadía borgoñona y esto cuestiona su supuesta pasividad para la aceptación de los ritos romanos procedentes de Cluny.

Finalmente, la conferenciante habló de las Etimologías de San Isidoro de la reina Sancha, un códice laico, miscelánea del saber. Este manuscrito, que tienen un laberinto de letras donde se menciona el nombre de la reina Sancha, se conserva actualmente el monasterio de San Lorenzo del Escorial. Sabemos que lo terminó de copiar el presbítero Dominicus en agosto de 1047.

Las etimologías de San Isidoro de Sevilla fue la enciclopedia que más se difundió y más éxito tuvo en Europa, desde el siglo VII al XII. Las etimologías están divididas en 20 libros, cada uno destinado a la temática y el libro tercero, trata de las materias del cuadrivio: aritmética, geometría, música y astronomía.

Rota zodiacal

Este códice, y de manera excepcional, también contiene una rota zodiacal.

En este códice de 1047 podemos distinguir dos grandes bloques temáticos, el compendio puramente pedagógico y una serie de textos que abrazan esa enciclopedia y que tienen un contenido de carácter escatológico y de carácter doctrinal.

Estos textos comprenden tres apartados: el epistolario de Ascárico y Tuseredo, clérigos del siglo octavo, narraciones apocalípticas con connotaciones dogmáticas y un programa del «buen vivir» cristiano fundamentado en presupuestos reformistas, tal vez cluniacenses.

Las tres ideas que desarrollan estos textos son, en primer lugar, la necesidad de que las élites laicas abandonen toda prerrogativa, toda intención de intervenir en asuntos de la Iglesia y que la iglesia quede como la máxima autoridad, al menos de poder espiritual; segunda, la necesidad de combatir los vicios del clero y tercera, que los cristianos abandonen las prácticas heréticas y vuelvan a la ortodoxia religiosa. Ideas todas preconizadas por Roma y difundidas por Cluny.

Para finalizar, la ponente habló de la Sibila Tiburtina. La sibila en su monólogo, a través de las nueve edades del hombre, describe la corrupción moral de los cristianos, propiciada en muchos de los casos, porque los gobernantes no estaban siendo buenos modelos para correcta salud social.

Sibila Tiburtina

En síntesis, la sibila invoca la decadencia de la humanidad que solo será interrumpida en tres ocasiones: en el nacimiento, vida, muerte, resurrección de Cristo, en segundo lugar, durante el gobierno de Constantino y finalmente, por la subida al trono de un emperador venidero. Este emperador entregará a la Iglesia todos sus bienes y dejará que la Iglesia tenga autoridad sobre lo civil y lo espiritual. Todo ello está en consonancia con la reforma gregoriana que fueron expandiendo por Europa los monjes de Cluny.

Se ha descubierto una copia de la Sibila Tiburtina inédita hasta la fecha, coetánea a la del códice de El Escorial, en el en el monasterio de Santa María de Ripoll. Esto permite establecer la hipótesis de que fueron los monjes cluniacenses quienes se encargaron, a través de los códices que traían consigo, de la difusión de este texto de la sibila por la Península Ibérica, y que fue gracias a ellos como llegó al conocimiento de la reina Sancha.

Ramón Ugarte

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